domingo, 9 de agosto de 2009

Ego relativo

“Voy a hablar un poco de mí.

[…]

Sin embargo, cada vez que debo hablar de mí mismo me siento, en cierto modo, confuso. Me veo atrapado por la clásica paradoja que conlleva la proposición: “¿Quién soy?”. Si se tratara de una simple cantidad de información, no habría nadie en este mundo que pudiera aportar más datos que yo. No obstante, al hablar sobre mí, ese yo de quien estoy hablando queda automáticamente limitado, condicionado y empobrecido en manos de otro que soy yo mismo en tanto que narrador –víctima de mi sistema de valores, de mi sensibilidad, de mi capacidad de observación y de otros muchos condicionamientos reales-. En consecuencia, ¿hasta qué punto se ajusta a la verdad el “yo” que retrato? Es algo que me inquieta terriblemente. Es más, me ha preocupado siempre.

Sin embargo, la mayoría de las personas de este mundo no parece sentir ese temor, esa incertidumbre. En cuanto tienen oportunidad hablan de sí mismos con una sinceridad pasmosa. Suelen decir frases del tipo: “Yo parezco tonto de tan franco y sincero como soy”, o “Soy muy sensible y me manejo muy mal en este mundo”, o “Yo leo el pensamiento a la gente”. Pero he visto innumerables veces cómo personas “sensibles” herían sin más los sentimientos ajenos. He visto a personas “francas y sinceras” esgrimir sin darse cuenta las excusas que más les convenían. He visto cómo personas que “le leían el pensamiento a la gente” eran engañadas por los halagos más burdos. Todo ello me lleva a pensar: “¿Qué sabemos, en realidad, de nosotros mismos?”

Cuanto más pienso en ello, más reacio soy a hablar de mí mismo (si es que realmente hay necesidad de hacerlo). Antes prefiero conocer, en mayor o menor medida, hechos objetivos sobre existencias ajenas. Y, basándome en la posición que ocupan tales hechos y personajes individuales en mi interior, o a través del modo en que restablezco mi sentido del equilibrio incluyéndolos, trato de conocerme de la manera más objetiva posible.

[…]

Empecé a tomar una distancia perpetua ante el otro, fuera quien fuese, y a mantenerla mientras estudiaba su actitud. Aprendí a no creerme todo lo que la gente dice. Mis únicas pasiones sin reservas han sido los libros y la música. Y, tal vez como lógica consecuencia de todo ello, me fui convirtiendo en una persona solitaria.”


Haruki Murakami - Sputnik, mi amor

Nota del Autor: He escogido este texto de la novela de Murakami que estoy leyendo actualmente por darse la coincidencia de haber debatido sobre un tema similar recientemente. La visión personal que tiene Murakami al respecto me ha parecido muy acertada.

5 comentarios:

  1. Señor Longinus, usted tiene que ser uno mismo, porque asi aprendes y aconsejas a la demas personas y durante lel camino de laluz te iras dando cuenta de quien eres en realidad.

    Saludos y recuerdos

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  2. Cuando leí a Murakami por primera vez supe que te sentirías identificado con sus libros. Tu "yo" se refleja en los demás más de lo que tú te crees.
    besos

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  3. Me ha fascinado la narracion de este autor, me parece primordial que para conocerse bien uno mismo es bueno compartir momentos con los demás pero tambien en soledad...

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  4. Aprendiendo de las ilusiones y los miedos de los demás, aprendemos del reflejo de nuestras ilusiones y de nuestros miedos. ;D

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  5. Me encanta el texto que has compartido con nosotros. Aunque aveces no es tan fácil construirse a uno mismo. Pero está bien mirarnos de vez en cuando para saber en qué punto estamos. ^^
    Besos

    "Trazando puentes invisibles entre mundos que no vemos" el tuyo y el mío.

    Nos leemos!

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