sábado, 24 de enero de 2009

Cero absoluto (public.orig. 08/01/09)

La mayoria de gente odia el frio. Yo lo adoro.
Me libera del sueño. Me libera del dolor. De los recuerdos.
Me libera del simple hecho de pensar.
Tal vez es por mi forma de ser. No exteriorizar mis sentimientos a menudo puede crear una imagen fria de mí a ojos de los demás. Y probablemente esa imagen sea cierta. Es posible que por ese motivo me sienta cómodo a bajas temperaturas.
De algún modo, es como si el aire gélido congelase todo aquello que me resulta superfluo para vivir. Me hace más consciente de mi propia existencia. Puedo sentir con mayor intensidad mi cuerpo. Aumentar mis reflejos. Incluso el aire que respiro se hace más patente y sólido. En definitiva, me siento más VIVO.
Salgo de casa una fria mañana de domingo de enero. Aún hay pocas personas transitando las aceras. Posiblemente muchos no se han decidido a hacerlo aún, prefieren la comodidad de sus cálidas camas.
Me enfundo los guantes, me subo en la bici, y me dispongo a sentir miles de alfileres clavándose en mis mejillas.
Y no puedo más que esbozar una sonrisa...

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